sábado, 7 de noviembre de 2009

aeropuerto



Hace unos años los aeropuertos eran templos donde las almas se regeneraban.
Hoy en día, sobretodo en España, el aeropuerto solo tiene algo borroso y distorsionado de aquello. Miles de personas se agolpan para tomar autobuses aéreos.
Contratas de vigilantes que miran con desprecio al viajero, que parecen sentir odio si no le pita el arco.
Cientos de personas pasando por los finger como ganado para esquilar.
Impresiona ver ese tránsito de personas, moviéndose de forma caótica y a golpe de gritos.

Recuerdo cuando se podía ir al aeropuerto y, si no eran fechas señaladas, se contemplaba el horizonte como si de la campiña francesa se tratara.
Cuando las personas que lo habitaban tenían un respeto casi religioso al silencio. No había identidades, ni colas, ni ganado charter, y aún se podía oír tu nombre por los altavoces si llegabas tarde.


Durante mucho tiempo los aeropuertos han sido un templo sagrado para mi, sin velas ni incienso ni sacrificios, veneraba la necesidad de vaciarme.

Ahora queda algún aeropuerto poco visitado, pero aquí, la magia se marchó. Y con ella las visitas furtivas, los vuelos al azar.


A esos momentos especiales de aquel viejo aeropuerto donde arropaba en sus entrañas y no vomitaba fast people, le dedico este recuerdo, con Lou Reed  de fondo, diciendo casualmente: Fly away.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

En aquellos días eras joven, eramos jóvenes y todo era de otro color.
Los aeropuertos era lugares cálidos y emocionantes. Templos del viajero.

Aeropuertos vacios y Lou Reed....qué hubiera dado por rozar tus dedos en esos momentos!!

Raziel dijo...

Si, tan joven que era niña :P

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