miércoles, 30 de septiembre de 2009

Mejor solo



Hoy venía en transporte público. He estado observando a las personas detenidamente.
Hoy he estado experimentando con el contacto visual. A veces es sorprendente hasta lo ridículo como las personas evitan mirar directamente.
Antes yo era igual. En las ciudades esta muy mal visto que se note que miras, que se note que algo te interesa, que se te note vivo.
Un día decidí burlarme de todo eso y dejar de ser tan nycgirl.
Decidí mirar a los ojos. Sonreír si me apetecía, decir a alguien que lleva mal abrochada la camisa, ¡preguntar por preguntar!
Puede parecer un síntoma de soledad, pero no es el caso. Es socializar mi parte autómata. Es estudiar al resto de humanos, es reírme de los que les parece cateto humanizarse.
Lo curioso es que cuanto mas hago esto, mas me reafirmo que es mejor estar solo y que como mas se disfruta la vida es en soledad.
Suena muy fuerte esto. Casi todo el mundo piensa que una pareja llena un vacío imposible de llenar sin alguien a tu lado.
Sin embargo quien me conoce, quien sabe de mi, se sorprendería de esta afirmación. Casi siempre en pareja y de carácter fácil para convivir.

Por eso mi soledad, es mi gran tesoro. Por eso me columpio entre los dos extremos y me hago un cinturón con la cuerda.

La foto es para ti, anónimo. Un trocito del Retiro a golpe de móvil.

sábado, 19 de septiembre de 2009

Decepción


La decepción va unida a las personas que se conocen.

Desde el primer saludo parecen decirnos: no te fallaré. Pero también esa nueva persona que hemos conocido probablemente nos fallará y nos decepcionará.

Hay muy muy pocas personas en este mundo que no nos hayan decepcionado alguna vez. Aunque uno no espere nada, la decepción también llega. Es solo cuestión de tiempo y en ocasiones, de conocimiento.
Cuanto mas se conoce a alguien menos posibilidades hay de no sentirnos decepcionados.

Existen trucos para no sentirte demasiado decepcionado, pero es imposible meterse en una cápsula constante, puesto que el mundo está ahí y se supone que nosotros estamos en el y seremos agredidos otra vez cuando surja cualquier actividad social en la que implique estar en contacto con personas.
Por muchos recursos que apliquemos, por muchos trucos que nos inventemos.

Desde la satisfacción emocional, desde el vacio endémico de quienes nos decepcionan a cada paso del camino.
Para los que fueron importantes, les entregué mis lágrimas. Para los que no son suficiente importantes y me amargan momentos de mi vida, les entrego un gran corte de mangas a ritmo de olvido.

Desde la orilla de cualquier comienzo de un final, donde se escribe siempre en pasado y lo real, queda grabado en ese punto que reside entre el estómago y las tetas.

jueves, 10 de septiembre de 2009

Quien bien te quiere

¿Que es lo que nos hace permanecer con alguien?¿ Por quien es? ¿Por lo que hace?

Cuando nos acostumbramos a una persona, pasado el tiempo, nos cuesta discernir lo que es realmente, solo estamos receptivos a lo que hace.
Junto a esa persona, si hace lo que esperamos, nos sentimos seguros. Si hace cosas que nos halagan o nos llegan, sentimos necesidad y apego por estar cerca de esta persona.
Pero si hace cosas, ya nos sorprendan negativamente, ya lo esperemos y no nos guste, comenzamos a sentirnos mal y queremos alejarnos y de las situaciones que las provoca.

¿Por que si todo esta tan claro y es tan sistemático es inevitable sufrir emocionalmente en pareja?
Puede que, como tantas cosas en la vida, lo doloroso proporcione un motor de trabajo personal. No se si es positivo vivir estancado en la ausencia de sufrimiento.

Parece un planteamiento judeomasonico, elevando el dolor a la cuota del conocimiento. No lo tengo muy claro. Lo que si se y siempre he sabido, es que nada mas lejano a la realidad que el dicho español: "quien bien te quiere te hará llorar".
No creo que las lágrimas sean consecuencia de hacer bien las cosas, mas bien al contrario.

Con conocimiento o no, prefiero prescindir del dolor como compañero de viaje y encuentro muy válido elegir compañía para el trayecto que me evite mas amargor del que la vida en conciencia ya trae ya por si misma.

Pero, aun así, es propio del ser humano, desear siempre algo mas.

domingo, 6 de septiembre de 2009

Principios de septiembre


A principios de septiembre hay un movimiento en el aire extraño e intenso.

Gente que vuelve de vacaciones, gente que nos vamos de vacaciones.
Comienzan a verse los niños con caras tristes, padres estresados comprando material escolar. Comienzan los fascículos, las rebajas moribundas en algunas tiendas, el tráfico y falta de aparcamiento. Gente al volante malhumorada y morena.

En septiembre cambia la luz, se convierte en azulada en vez de amarilla y todos sabemos que es el pistoletazo de salida al invierno. Nadie piensa en el otoño ni en los árboles de hoja caduca.

Hay quien llega con los deberes no hechos del verano y se sacude cual canción de Queen "I want to break free".
También está la satisfacción de los deberes hechos. De haber abandonado adiciones y conductas negativas. También están los días de biblioteca mientras otros tomaban el sol.

En cualquiera de los casos, el verano ha acabado y es la primera vez que estoy contenta de ello. Ha sido un verano con mucho trabajo interior y exterior.

Pedazos de mi verano:

Fui a comprar flores en el primer año y no se por que me acordé de Michael Jackson de su alma dulce y atormentada y también le compré flores blancas. No sabía que le hubiera gustado y bajo no se que inspiración le dejé las flores en la rotonda que hay frente al Bernabeú.

Un día de agosto comprando comida oriental en una tienda de General Margallo, no había nadie mas que toda la familia de chinos en la tienda.
Hacia mucho calor. Los chinos en España son poco comunicativos, hasta huraños.
Se pusieron a abrir una sandía con una especie de cuchillo sable que yo miraba de reojo, empiezan a partirla y me hacen señas para darme un trozo. Yo no sabía si tenía que quedarme ahí de pie comiéndola con ellos o pasear por la tienda con ella. Opté por lo primero, comiendo la sandía a bocados y correspondiendo con una sonrisa a lo que me decían que evidentemente no entendía y ellos, muy conscientes que no lo hacia, se partían de risa.

Callle Almagro, sol en ambas aceras, el calor parece subir de las profundidades de la tierra y el horizonte se desdibuja como cuando se conduce por una larga carretera en verano. No hay gente, no hay coches.
Pasa la policía nacional, se para, baja ventanilla y yo imagino que es por algún pobre negrito con su manta sentado en cunclillas. Pero no, paran por una pobre blanquita deshaciéndose del calor. "¿Para donde vas? Anda sube que te llevamos".
Algo así me pasó hace tiempo pero con un taxista por la noche cuando salía de un concierto y yo ingenua dejé que me llevara a casa  gratis. Digo ingenua porque cuando lo he contado me han dicho que podía haberme pasado de todo.
Siempre lo dice gente que no tiene instinto de supervivencia desarrollado.

Cosas del verano en una ciudad que se ha quedado bastante vacía, a pesar de la crisis y que hasta los panchitos han desaparecido por el calor.

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