
Mañana madrugón al aeropuerto y aquí estoy a las 2 de la mañana con los ojos como platos, un gato sobre mi tripa y venga a dar al mando del aire acondicionado.
Así somos los adictos. Imprevisibles, incongruentes, nada pragmáticos.
A la mierda con la genética fría y sopesada del norte de Europa.
Mi adicción ataca con fuerza, con sus mas afiliadas garras y yo cabezona, como la que mas, iré a cuatro patas a trabajar mañana pero sin haber caído en la adicción.
Hay que fastidiarse, ni siquiera puedo ser una adicta normal y previsible.
Günter Grass me hace un guiño y me parece la mejor compañía para soñar con mis tiernos 12 años, cuando leía leía y nada entendía.
Me gustaría contar muchas cosas sobre mi adicción, y sobre la poca consciencia que se aplica al ser adicto. Nadie dice: decido ser adicto.
Nadie decide ser un adicto codependiente, nadie decide ser dependiente de la heroína, sin haberla probado, ni del descalabro psico-emocional que produce.
Pero yo soy politoxicómana y también tengo que superar mi propia adicción de la que hablaré en otro momento.
A ver si entre Günter y Marlango consigo dormir un poco.
1 comentario:
no va a salir de mi boca nada que pueda parecer una petición de ayuda, ya no. Pero quiero que se sepa que no entiendo nada, que puede que esa adicción a la heroina me esté jugando una mala palabra. Pero no entiendo nada, y sobre todo menos entiendo el pasado. Soy fuerte o eso creo y así viviré.
Pero lo repito, hasta la saciedad, no entiendo nada, estoy absolutamente confundido. Tampoco quiero nada, por favor no estoy pidiendo nada.
Publicar un comentario