Vips

Espero en la estación de metro sola. 20 minutos. Es madrugada. Último tren.

Por fin llega.

Entro en el vagón vacío, menos a la derecha, que hay sentados cuatro tipos con mala pinta comiendo pipas (cosa que odio).

Se que lo lógico, es irme a la izquierda, lejos de ellos.

Me voy a la derecha y me siento al lado de uno de los dominicanos. Dos dominicanos, dos blanquitos.

Parecen ser los que llevan el cotarro. Escandalosos pero, mirando lo que hacen los chavales blanquitos para tirar por un lado u otro.
De momento, todos se quedan desconcertados de que me haya sentado ahí.

Me he sentado medio tumbada, como si llevara un colocón de la leche pero voy cagada. Atenta a cualquier movimiento con los ojos medio cerrados.

No llevo el iPod y me he puesto los cascos del manos libres del teléfono, sin escuchar nada, tarareo la canción Da baddest poest del grupo Sole.


Se empiezan a dar codazos.

Cuando, el que tiene peor pinta, se pone a mirar arriba buscando las cámaras.

Me cago del todo. Meto la mano en el bolsillo, haciendo que subo la música. Con dos dedos agarro las llaves.
Visualizo como al primer contacto las clavo en un ojo.

Me mentalizo, se me pone el cuerpo en tensión.
Estoy tan nerviosa que ni entiendo de que hablan.
Uno grita a otro:" ¡¡ me cago en la gran puta tiooo que lo flipaaas!!".


De repente,  se vuelve de golpe a mi y me dice:

-Eh!, ¿a que el Vips esta en Tribunal?

-Entre Tribunal y Bilbao- contesto, como si esperara la pregunta


Se ponen a gritar, unos a otros, como monos ante un plato de fruta.
Ni se han dado cuenta que si escuchara música no les hubiera oído.


Cuando me bajo me miro los dedos los tengo rojos de apretar tanto las llaves.

Me siento mareada de adrenalina.

Camino a casa, imaginándomelos, sentados alrededor de  aros de cebolla y sandwich Clubvips.